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domingo, 19 de marzo de 2017

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LA CIENCIA SOCIAL COMO ACTIVIDAD MORAL


CUADRO: LA CIENCIA SOCIAL COMO ACTIVIDAD MORAL

WRIGHT MILLS

MARTIN BARÓ

“El trabajo de la ciencia social ha estado siempre acompañado de valoraciones. En la selección de los problemas que estudiamos van implícitos valores; también van implícitos valores en algunos de los conceptos claves que usamos en nuestros enunciados de esos problemas, y los valores afectan al curso de su solución. Por lo que respecta a los conceptos, el objetivo debe ser emplear tantos términos ‘neutrales’ como sea posible, darse cuenta de los valores implícitos que aún quedan, y hacerlos explícitos. Por lo que respecta a los problemas, el objetivo debe ser, de nuevo, advertir con claridad los valores en relación con los cuales son seleccionados, y después evitar en cuanto se pueda prejuicios valorativos en su solución, no importa cómo esa solución pueda afectar a uno ni cuáles sean sus implicaciones morales o políticas... Quiéralo o no, sépalo o no, todo el que emplea su vida en el estudio de la sociedad y en publicar sus resultados está obrando moralmente y, por lo general, políticamente también. La cuestión está en si afronta esta situación y acomoda su mentalidad a ella, o si se la oculta a sí mismo y a los demás y va moralmente a la deriva” (Wright Mills, 1961,)
“La objetividad científica, es decir, la fidelidad hacia lo que la realidad es en sí misma, no se logra tanto pretendiendo distanciarse de ella reduciéndola a su carácter de ‘cosa mensurable’, cuanto clarificando la imbricación del científico como persona y como miembro de una clase social con esa realidad que es también humana y social. En ciencias sociales el científico no puede evitar sentirse involucrado en aquellos mismos fenómenos que estudia, puesto que también se producen en él; y si esto es verdad cuando se trata de procesos como la memoria, el conocimiento o la emoción, mucho más lo es cuando se trata de los factores que determinan su vida familiar, su trabajo cotidiano o la definición de su futuro. Más aún, éticamente el científico no puede dejar de tomar una postura frente a esos fenómenos; pero la parcialidad que siempre supone una toma de postura no tiene porqué eliminar la objetividad. Resulta absurdo y aun aberrante pedir imparcialidad a quienes estudian la drogadicción, el abuso infantil o la tortura. Y si eso es claro respecto a lo socialmente indeseable, ¿por qué no aceptar también una necesaria parcialidad frente a lo socialmente deseable” (Martín-Baró, 1998,)

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Laura Carolina Gomez Marin
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